Jorge Blass visita la CEMU
El íncreible mago Jorge Blass visita la CEMU
¿Hace cuántos años conoces la CEMU?
Hace muchos años y tenía muchas ganas de visitarla. Gracias a Javi Callejo he podido venir. Lo tenía pendiente. Me apetecía mucho venir y conoceros. Y hoy se ha hecho realidad.
¿Cómo surge en ti la pasión por la magia?
Pues yo tenía 6 años y estaba viendo la tele. Vi a un mago que hizo algo increíble: cogió una carta, la hizo en trocitos y luego la volvía a enseñar entera. Aquello me dejó alucinado. Así que cogí una baraja que tenía mi padre en un armario y empecé a romper cartas hasta que rompí toda la baraja. Me di cuenta que era algo que no salía solo, sino que había que practicar y ensayar. Luego a los 12 años descubrí un libro, luego una escuela de magia y empecé poco a poco a adentrarme en este mundo.
¿Te dedicas a otra cosa aparte de la magia?
Tengo una empresa pero hacemos todo relacionado con la magia. Hacemos shows, festivales, viajes, inventamos trucos, todo alrededor de la magia porque es mi mundo y es lo que me gusta.
¿Cómo fue tu experiencia en Ana Tamariz?
Ana Tamariz fue la primera escuela que yo visité y la que descubrí antes, como os dije. Fue como entrar en Hogwarts, llegar y ver magos con barajas y hacer cosas increíbles. Tenía 12 años cuando entré, era el más pequeño de toda la escuela. Me acogieron muy bien, empecé a aprender con las cartas, con las monedas hasta que poco a poco hice otro tipo de magia y fui avanzando.
¿Qué es lo que más te gusta de la magia? ¿Y lo que menos?
Lo que más la cara del público, cuando la gente abre los ojos, se emociona, eso es lo que más me fascina. Y lo que menos, no es de la magia, es del trabajo, tengo que viajar mucho, estar fuera de casa y no llegas a disfrutar tanto cada sitio.
En 1998 regresas a la escuela de magia Ana Tamariz, pero como profesor, ¿cómo te lo pasaste?
Fue muy emocionante porque es genial ir a dar clase a la escuela en la que tú has aprendido. Voy de vez en cuando y comparto mi magia con ellos. No me considero un maestro para nada, sigo aprendiendo todavía, pero a los que empiezan sí les puedo ayudar me hace ilusión hacerlo en esta escuela, que es donde yo aprendí.
Si tuvieras un súper poder, ¿Cuál sería? ¿En qué lo emplearías?
(Risas) Volaría, volaría todo el rato y lo utilizaría para ayudar a la gente. Por ejemplo, cuando alguien tiene que ir muy rápido a un sitio o cuando alguien necesita algo, vas volando.
Con 19 años asistes a una exhibición en Nueva York, junto a Tamariz y otros grandes, y a los pocos meses el Príncipe Rainiero te otorga en Mónaco el premio varita mágica de oro, ¿de qué forma ha marcado tu vida ese premio?
Fue muy importante porque practicaba mucho en casa y empecé a hacer actuaciones en congresos de magos. Los magos solemos reunirnos en congresos y en uno de estos, en Mónaco fue cuando me dieron ese premio. La varita de oro fue muy importante, un antes y un después en mi carrera. Empezaron a conocerme fuera, empecé a viajar y fue importante para mi profesión futura.
¿Alguien te enseñó a hacer magia? ¿O has aprendido tu solo?
Me ha enseñado mucha gente. Lo bueno de la magia es que siempre hay alguien dispuesto a enseñar. Los magos compartimos mucho y tenemos muy buen rollo entre nosotros. Tú vas a un club de de magos y si te interesa, haces algún truco y puedes entrar en esa sociedad y aprender de ellos. A nivel profesional también compartimos magia entre nosotros. Desde el mismo Tamariz que es mi maestro, que comparte su magia y nos la enseña, hasta el mago que está aprendiendo. En la magia hay mucha generosidad.
En 2010 participas en la película “Pájaros de papel” en la que haces de un gran mago que actua en la posguerra española, ¿qué tal fue la experiencia?
Fue increíble la experiencia de hacer algo en una película porque el cine es distinto a la TV. Es un trabajo muy artístico, se cuidan todos los detalles. La película iba sobre los magos y los cómicos de la época que iban de pueblo en pueblo haciendo magia y comedia y ahí estaba un personaje mítico que era el señor Guenzes (interpretado por Lluís Homar), un ventrílocuo que era un genio. La película también fue un homenaje al padre de Emilio Aragón, Miliki, él vivió esa época de los cómicos que iban de ir de pueblo en pueblo creando ilusión. Fue muy emocionante.
¿Cuál es tu truco favorito?
Siempre el ultimo.
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